Tu destino no es delegable.
Cambiar, no tiene porque ser un drama, pero sentir que vas a seguir haciendo exactamente lo mismo por el resto de tus días, sí puede serlo.
Aunque tener un trabajo para toda la vida o trabajar para la misma empresa toda la vida sea una utopia, para algunos es una realidad. Y aunque a priori el proyecto te guste, la idea de perpetuarte en él, puede causarte cierto agobio.
Si tomamos las riendas de nuestro proyecto profesional como si se tratara de nuestra propia "empresa personal", la visión cambia. Nuestro propio trabajo tiene un propósito, más allá del propósito que tenga la compañía para la que trabajamos. Y cuando hablo de propósito no me refiero a un objetivo mercantilista, que también es necesario, sino a un motor generador de ilusión que le da sentido a nuestro día a día y que nos hace de faro durante el viaje.
Responsabilizarnos de nuestro propio destino profesional es una buena herramienta de crecimiento, también personal. Aunque yo soy una fan declarada de escuchar aquellas señales que el destino me lanza, también sé que hay que encontrarlas por el camino y sé que sentada en la cuneta no me van a aparecer.
Feliz viaje :)