La nueva cultura del YOLO.
Nos creíamos invencibles y llegó una pandemia. El síndrome del superman se ha ido al garete y con él todos los super-ejecutivos, super-médicos, super-líderes, etc. porque ya nadie puede esconder su fragilidad más ancestral: sólo se vive una vez. Nuestro revolver sólo dispone de una bala, sólo puedes disparar una sola vez, no hay segundas oportunidades porque el tiempo es único, a su paso desaparece, se esfuma.
Las crisis provocan crisis y en la de esta pandemia no podía ser menos; muchxs super-algo la han sufrido, y no me refiero a la económica (que también), sino a la existencial. Han despertado a esta realidad bautizada como YOLO (you only live once).
Así que cuando han sido “llamados a filas” por sus corporaciones, se han dado cuenta de que ya no ven el mundo y sus vidas con los mismos ojos. Que ya no les vale con la idea de éxito que habían proyectado, con esa imagen de profesional exitoso y triunfante sino que quieren recuperar su esencia para tomar las riendas de su vida y de su proyecto profesional (antes llamado carrera). Ya no necesitan un super-sueldo porque ya no necesitan vivir en una super-ciudad, sino que, después de haber vivido el confinamiento en un entorno muy distinto al habitual, se han dado cuenta de que quizás ese era un estilo de vida que encaja más con su propia percepción del éxito.
Se abalanzan hacia la búsqueda de nuevos retos profesionales que también acaban convirtiéndose en personales, porque encuentran el sentido en el propósito, en el impacto que su trabajo pueda tener en los demás. Así tenemos a partners de firmas de abogados, incorporándose a pequeños despachos en zonas del extra-radio, volviendo a luchar por los derechos de sus clientes. Habían olvidado que esa fue la razón por la que quisieron convertirse en abogados.
Vale, son casos aislados, hay muchos otros que siguen funcionando con sus mismas expectativas y actitud invencible que antes de la pandemia, no es obligado que esta crisis nos haga cambiar de rumbo a todos ya que no todos estamos disconformes con la manera en la que vivimos nuestro trabajo.
Sin embargo, reconozcamos que a todos nos gustaría vernos reflejados en esa historia. Tener la valentía de hacernos las preguntas adecuadas por miedo a nuestras propias respuestas y de poder dedicar nuestro talento y tiempo a un propósito que nos inspire y ilusione primero como individuos, y como parte de un grupo después.
Cuando tomas consciencia de que sólo se vive una vez y de que nuestra vida es más frágil de lo que nos habían hecho pensar, tus prioridades en cómo invertir ese tiempo finito, cambian. Y es por ello que las empresas también deberían cambiar la manera en cómo “seducir” nuestro tiempo y talento, ya no vale con una contraprestación económica, no es suficiente. Quería empresa: ahora quiero saber QUIÉN ERES; cuáles son tus valores y prioridades, pero de verdad, no los que cuelgan de un texto en la web. Ya no me interesa sólo lo que haces como empresa, tu producto o servicio, quiero saber a qué dedicas tu tiempo libre (causas de responsabilidad social), con quién compartes tu vida (resto del equipo), qué te pone (motivaciones) y porqué decidiste escoger este camino (propósito).
Si sólo vamos a vivir una vez…que valga la pena.